Esta circunstancia tiene lugar
como respuesta a una consecuencia de carácter emocional (estrés, ansiedad, duelo,
etc.) produciéndose modificaciones en la conducta alimentaria, y convirtiendo a
los alimentos en una “via de escape” a esos sentimientos negativos. Su origen
reside en la biología, el hambre
desencadena una respuesta psicológica
dando lugar a reacciones de irritabilidad, desazón y desconsuelo ya que esta condición
estimula la búsqueda de alimento. Tras la ingesta esta sensación cambia, dando
paso a una sensación de calma y tranquilidad originada por la absorción de
nutrientes.
Este mecanismo ancestral es el
que hace que en determinadas ocasiones busquemos calma a través de los
alimentos, sin embargo esta no es otra cosa que un arma de doble filo y debemos
aprender a controlarla, ya que esa calma es algo momentáneo que da paso a una
sensación de ansiedad y pena por haber
comido lo que no debíamos.
¿Qué debemos hacer para no pagar
nuestros problemas con comida? Lo ideal es intentar animarse de otra manera,
sal a la calle y date un paseo, haz ejercicio al aire libre. No te martirices
escuchando música triste y viendo películas dramáticas, arréglate y ve hacer
algo que te guste.
Nada de barbas de naufrago ni de
moños de abuela. Relájate, pero no abuses de medicamentos ni tampoco de bebidas
estimulantes o alcohol.
Tomate tu tiempo, mímate con
alimentos llenos de vitaminas y minerales, prioriza tu vida, aprende a decir no
a actividades prescindibles y relaciónate con los demás.
No te exijas demasiado, sé
realista y consecuente, pero si te equivocas no te regocijes en tu error, somos
humanos y nos equivocamos pero por duro que parezca cada día sale el sol, y con
él tenemos una nueva oportunidad para ser felices.
La alimentación no es para
solucionar nuestros problemas y el chocolate no reconstruye una relación, o da
marcha atrás en el tiempo así que en esos momentos ya sabéis, ánimo y buenos
alimentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario